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Si chicos, tras mucho (MUCHO) tiempo esperando, por fin me han dado familia. Primero os voy a explicar como paso y luego un poco sobre ella.
La mañana del miércoles 17 me desperté a mediodía. Abrí la puerta de mi habitación y mi madre me estaba esperando en el pasillo. Le di los buenos días y ella me abrazo mientras me decía: ya tienes familia. ¡No me lo podía creer! Y, ¿por qué no te lo podías creer? Me preguntaréis. Pues porque justamente esa noche había soñado con que me la daban (en realidad en el sueño me acogían los Obama en la Casa Blanca).
Sobre el destino, estoy encantado, la verdad. Me voy a Portage, Michigan, al Norte de los Estados Unidos y me ha tocado una familia encantadora y muy deportista, lo cual agradezco. Tendré un "hermano" de 17 años y dos perritos adorables.
Algo increíble que jamás pense que me pasaría: ¡voy al instituto con dos BK2! (Tranquilos, hablaremos en inglés).
Quiero aprovechar para agradeceros a todos: amigos, familia, compañeros y extraños, que me leéis y me animáis a seguir. También para deciros que dentro de poco, cuando pase todo el boom de nervios que tengo, empezaré a ponerme más en serio con el canal de Youtube (pincha aquí) por el cual es más fácil transmitir toda la información.
Comparte y dale +1 si te ha gustado. Comenta cualquier cosa, buena o mala, que pueda ayudarme a mejorar. Ese tipo de apoyo es el que de verdad se agradece y anima a seguir. ¡Muchas gracias a todos!
Y ahora, después de este emocionante fin de semana, me encuentro sentado en el tren de vuelta a casa, a Gijon. Miro el paisaje a través de la ventana pero mi mente está mucho más allá: entre todos los recuerdos que he acumulado en apenas 48 horas y que estoy seguro de que serán de los más bonitos que tendré en la vida.
Para los que no lo sepan, voy a resumir brevemente de qué trata esta experiencia: cogen a una parte de los 500 becados de toda España (100 en este caso) y nos llevan a un hotel en Madrid. Allí tratan temas como nuestro seguro médico en USA, la vida en ese mismo país etc. Poco más hay que decir sobre este tema ya que seguramente todos los demás becados escribirán sobre el en sus blogs. Yo me quiero ocupar de una parte más personal, más real, más mía. Este fin de semana me ha cambiado aunque pueda parecer mentira. "No es posible cambiar en 2 días" pensareis. Estáis equivocados. Aunque ya llegaremos ahí en otro momento. Vamos a empezar por el principio.
Viernes 8 de Abril de 2016. Me dirijo a las 10 de la mañana a la estación de trenes de Gijón. Mi tren salía a las 11 (no soporto llegar tarde). Estaba impaciente cuando entre en el tren. Había más becados en el tren, pero no en mi vagón, así que simplemente me relajé. Dos becados —Marina y César, o Cesar, sin tilde — vinieron a verme y en unos pocos minutos nos caímos bien. El viaje se pasó rápido.
Llegamos a Madrid y un microbús nos llevó desde la estación de tren hasta el hotel en el que nos alojábamos. Allí nos asignaron un equipo por colores (yo tuve la suerte de estar en el verde) y nos quitaron el móvil. Algunos pensareis que esto es una aberración pero agradezco a la organización del programa que lo haya hecho. Sin el teléfono hemos disfrutado mucho más.
Después llegó la hora de algunas charlas que no me parecen muy relevantes, así que la voy a ahorrar el mal trago.
Creo que es hora de hablar del equipo verde. Un grupo de gente totalmente diferente cuando nos juntaron por primera vez, pero que a medida que nos íbamos conociendo y gracias a la ayuda de Marta y Elena, nuestras monitoras, nos dimos cuenta de que teníamos infinidad de cosas en común. Gracias a todos chicos y chicas, a todos. He creado lazos con todos pero me gustaría mencionar a aquellos que más me han marcado y de los que puedo decir que son mis amigos y que los quiero. Me refiero a Angie y a Álvaro (mis "¡PISHITAS DE ORO!") que me ayudaron a convertirme en "andalú" de corazón. Gracias chicos, muchas gracias. Os quiero. También me refiero a Celia, mi pija favorita, y la mayor conocedora de juegos de toda la ciudad de Madrid y a Ángela (si, otra Ángela) la niña del "¡acho!" y más jaquecas. No se por qué, pero también me habéis marcado. Al resto no los nombro no porque no se lo merezcan, si no porque ellos fueron quienes más cerca estuvieron de mi. A todos, chicos, os quiero.
Y bueno, creo que esto está bien como introducción. Espero que os haya gustado y que leáis el resto del fin de semana en mis próximas entradas.
¡HASTA LA PRÓXIMA!
Estaba tirado en la cama, en Besançon, Francia. Participaba en un intercambio escolar con un alumno francés durante un mes. Habíamos llegado a casa hacia apenas una hora y estaba descansado del viaje. Escuchaba música, pensaba en mis cosas... —¡JODER! QUE YA ES MAÑANA —pensé en alto. Supongo que nadie me escuchó. Tenía que hablar durante tres minutos en inglés sobre un tema, en eso consistía la segunda y última prueba para obtener la beca, y yo no tenía escogido ni siquiera el tema del que iba a hablar. Me reí un poco de mí mismo, suelo dejarlo todo para el último instante. —Vamos, vamos, piensa: estás en Francia, puedes hablar del intercambio... No, no me da para tres minutos... ¡Ya se! Los atentados en París. Esto lo controlo y es bastante impactante. —me dije. Cogí papel y bolígrafo y me puse a redactar.
La mañana siguiente fue la primera en el instituto pero había un problema: mi prueba era a las 5 y salía de clase a las 6. La madre de Pierre, mi compañero de intercambio, me vino a buscar a las 4. Acabé de escribir la redacción en una hora de biblioteca que tuve aquella mañana y cuando Bénédicte, la madre, vino a por mi, no sabía ni como iba a empezar a hablar.
En casa, tuve una hora para relajarme, descargar Skype (en el cual falle unas cuantas veces la contraseña) y cómo no: aprenderme el dichoso discurso. Iba a perder la oportunidad más grande que me había dado la vida hasta la fecha por zoquete. Estuve delante del ordenador bastante tiempo desde que se suponía que iba a empezar: algo más de media hora. Se me retorcía el estómago.
"Pi Po Pi Pip, Pi Po Pi Pip" ¡Estaban llamando! Le di al botón de descolgar. En la pantalla aparecieron un hombre y una mujer. Se presentaron, me presenté y me dijeron que empezara. Os mentiría si dijera que me acuerdo de todo. Los nervios me tenían paralizado, sin embargo recité la mitad del texto prácticamente de memoria. Era una día ventoso, y ocurrió lo que más temía: la llamada se cortó. Empecé a sudar. Por suerte pudimos reanudar la conversación. Acabé de hablar, no me había dejado nada.
Después llegaron una serie de preguntas para calibrar nuestra madurez, supongo. Eran algo así como: "¿Eres consciente de que la familia que te puede tocar puede ser afroamericana, homosexual...?" o "¿Que pasa con los amigos que dejarías?" o "¿Tienes facilidad para relacionarte?” Entonces me relaje, esto era fácil. Pude expresar todo lo que pensaba. Al acabar la mujer me dijo: " Lo has hecho muy bien".
La sensación que tuve al colgar la llamada fue algo parecida a la que se tiene cuando llegas de clase con la mochila cargada hasta arriba y la dejas caer al suelo. Me sentia ligero, aunque hasta el 26 de Enero no sabría el resultado...